Alguien me pregunto, alguna vez…
Al enterarse que escribÃa una novela llamada “PLAZUELA”…
Que ¿Cómo era mi dinámica
creativa?... Y ¿Cómo?, ideaba personajes y circunstancias… Y hechos que habÃan
ocurrido hace casi 153 años… Y yo le contesté… Solo trato de recordar… De
indagar en viejos paredones… Y escudriñar en rostros actuales… La historia
dormida.
La que no se dicta en la escuela…
La historia que dicta el pensamiento crÃtico… La que subyace en sonidos
ahogados… En la vieja calle de la Palma… La indecisa Horqueta… La del salto del
conejo… En la propia Plazuela… O la de la barranca del Tlilsúchil (El Encanto)…
O la referencia a lo registrado por la mirada de Don Antonio GarcÃa Cubas.
Al escribir sus vivencias en la
Sultana del Barlovento… La de los árboles de piocho… Custodiada por sus dos
centinelas… Los dos cerros… La de las primeras mercedes reales de la corona… La
de las haciendas…La Palmilla, La del Jobo… E indago la fuente del pensamiento colectivo…
Que me dé la verdad de este pueblo y su gente… Y luz de los motivos propios de
esta indagatoria… Quizá solo sean recuerdos.
De hechos vistos y celosamente
guardados… En mi memoria genética… Regalo de mis ancestros… Igual como en los
viejos mentideros europeos… Donde se versaban las historias… Quizá fuera de
contexto y de historicidad… O los antiguos cronistas huastecos…Cantando al
compás del violÃn… Las buenas o malas nuevas del pueblo… Desde Tlapacoyan,
Veracruz… La Tierra del Encanto… Saludos.
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